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lunes, 18 de marzo de 2013

Crítica. Siete psicópatas

Siete Psicópatas
La película tiene un inicio prometedor. Dos mafiosos verbalizan sobre asesinatos causadas por un disparo en un ojo mientras esperan a que una mujer cruce por el puente en el que se encuentran para asesinarla a su paso. Entre tales vicisitudes un enmascarado que aparece casi de la nada por su espalda los mata y deja sendas cartas de naipes a su lado.

Inicio muy tarantiniano, cuya concepción  no abandonará durante el resto de película pero al que irá incorporando poco a poco trazas de la puesta en escena de Guy Richie.

La siguiente escena presenta a Marty interpretado por Colin Farrell increpado por sus jefes para que termine el guión de una película.

Como diría mi estimado Alfred Hitchcock, ese sería el Macguffin, el hilo conductor de la película. Elaborar el guión para una película.

A Marty le acompaña Billy interpretado por un histriónico Sam Rockwell, que al comprobar el bloqueo mental y la falta de inspiración de Marty decide contribuir en el argumento del guión y propone a Marty realizar una película sobre siete psicópatas a raíz de leer una noticia en el periódico sobre la muerte de unos tipos en un puente en el que el asesino ha dejado unos naipes.

Al duo protagonista se les une en la historia Hans, conocido de Billy con el que tiene la particular forma de conseguir dinero que es robando perros para entregarlos posteriormente a sus dueños a cambio habitualmente de una suculenta gratificación y Charlie, un psicópata sin escrúpulos, que por lo único que siente cierto apego es por su caniche, objeto de los tejemanejes de Marty.

Pronto, gracias a la perturbada mente de Billy, la vida de los cuatro se verá entrelazada.




A partir de ahí la concepción de la película es totalmente paranoica,  se mezclan fragmentos fruto de la tarantiniana imaginación de Marty como forma de elaborar el guión de su película, como son las del psicópata vietnamita o las cuáquero, con fragmentos de una realidad más irreal que las historias de su guión, como es la aparición de Tom Waits.  y lo que empieza como un thriller urbano acaba como un western, duelo incluido, llevado al extremo en la mente de Billy. 

Me sorprende que el director de Escondidos en Brujas, un thriller tan bien llevado, hasta sosegado diría, haya concebido algo tan paranoico. Es cierto que hace unos meses escribía que Hollywood puede estar falto de ideas, pero eso no justifica el todo por el todo.

De lo mejor de la película diría que es la parte en el desierto, mientras esperan a Charlie, aunque sobran los duelos que se imagina Billy para cuando llegue Charlie. Y también añadiría las historias del cuáquero y del vietnamita.

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