Crítica. Gravity

Sin duda Gravity ha sido uno de los estrenos más esperados de los últimos tiempos. Reunía dos expectativas.

La primera era la innovadora tecnología 3D utilizada para plasmar el efecto de la ingravidez y la inmensidad del espacio. No soy un gran admirador de las películas en 3D. Habré visto 4 o 5 películas en este formato desde que apareciese en Avatar y ninguna me ha convencido lo suficiente como para decantarme por el 3D en lugar de un visionado más tradicional. En general no aporta mucho a las películas.

Sin embargo en Gravity la sensación 3D está excepcionalmente conseguida, de tal manera que no aparece como un añadido a la película sino que acompaña a los actores y envuelve al espectador. Además y casi lo más importante, casi no se nota el efecto.

La segunda expectativa era ver como funciona la película. Un argumento sencillo: Dos astronautas quedan atrapados en el espacio. No puede por menos que venirme a la cabeza Buried, esa pequeña joya de Rodrigo Cortés, en la que Ryan Reynolds queda encerrado en un ataúd. En este caso no es ataúd, sino el espacio y todo lo que ello conlleva. Casi contada en tiempo real Alfonso Cuarón transmite de manera brillante la angustia y la tensión del personaje principal por escapar de ese espacio, gélido y silencioso, a la vez que despiadado como asevera la primera imagen del film, y apoyándose en las poderosas imágenes que le ofrecen los medios utilizados consigue una película con fuerza, pero compacta y sencilla, sin ostentaciones y manierismos.

Y excepto algunos pequeños fallos en cuanto a romper las barreras de las leyes físicas, seguramente en pos del argumento y la tensión, en su conjunto está muy bien resuelta.