Crítica. La gran familia española

Cuatro ingredientes, sólo cuatro hacen falta para hacer un buena película. Una buena historia, un buen guión, una buena dirección y grandes actuaciones. Aunque no creáis que son fáciles de conseguir. 

Son muchos los que persiguen esta quimera y pocos los que la encuentran. creo que Sánchez Arévalo ha conseguido una buena conjunción de estas cuatro facetas. En su caso como es guión original, historia y guión van cogidos de la mano.

La película cuenta  12 horas en la vida de una familia una tanto peculiar. Una familia formada por 5 hermanos y el padre. La madre,  que aunque abandonó el hogar familiar unos años antes estará presente de forma tácita durante toda la película. La familia se reúne, excepto la madre, para celebrar la boda del más pequeño de los hermanos, que acaba de cumplir la mayoría de edad. Y los designios del destino han querido la boda coincida con la única vez que la selección española llega a la final de un mundial, que hará de hilo conductor de la película.

 A partir de ahí se desencadenan los acontecimientos. Poco a poco Sánchez Arévalo nos introduce en esta singular familia. Los apuros económicos del mayor, que junto su reciente separación provocan que esté inmerso en una depresión, la repentina huída del segundo a una ONG dejando plantada a su novia sin motivo aparente, las inseguridades del tercero que tras la huída de su hermano está saliendo con la ex-novia de éste, el retraso mental del cuarto, que aun vive con su padre, pero que a la vez también hace de nexo de unión de la familia y las dudas del pequeño que está a punto de casarse con el amor de su infancia, pero que sin embargo empieza a no tenerlo tan claro.

Quizás la historia de este último y el triángulo amoroso que forma con su novia y a la hermana de ésta, interpretada por Sandra Martín, sin duda el descubrimiento de la película, es de lo mejor de la película. Los gestos, las miradas y el lenguaje mordaz entre ellos sin duda engancha. 

Aunque al haber tantos personajes quizás algunos de ellos queden algo desdibujados al no poder adentrarse plenamente en ellos. En el fondo no es una película especialmente larga.

En definitiva Daniel Sánchez Arévalo nos hace pasar un buen rato, con una espléndida comedia mezclando a la perfección altas dosis emocionales, que tan bien sabe hacer como ya demostró en su ópera prima Azuloscurocasinegro. Podría ser tachada de poco creíble o forzada, pero acaso las comedias de Billy Wilder no lo son también, y nadie pondría en duda su brillantez.